Miguel Ángel Blanco
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Solo nuestra mirada decide si lo que vemos es bello. Los espacios urbanos de nuestras ciudades esconden lugares donde nuestra visión puede capturar belleza a cada paso que damos. Observamos líneas, color, geometrías, y encontramos armonía y equilibrio; proporción y serenidad. Buscamos deleite estético que nos llegue al alma, y ejercitamos nuestro instante decisivo para captar un retazo de memoria visual que nos haga la vida más placentera.
Muros, farolas, árboles y nubes que bailan una danza estática para regocijo del espectador, son los protagonistas principales de una obra caracterizada por el equilibrio compositivo formal, donde la serenidad y la sensación de calma y bienestar son valores seguros, pero que también esconde el reverso del vacío inquietante y paradójico. Son miradas sencillas y minimalistas pero también curiosas hacia esos espacios por donde transitamos en nuestra vida diaria.
Soy fotógrafo de corazón. Siempre vibró en mí ese anhelo por expresar a través de imágenes mi visión del mundo. Busco lugares en que crear una visión positiva de la vida, donde el color, las líneas, formen un conjunto armónico, aunque también se haga presente el permanente desasosiego de lo incomprensible. En mis derivas o paseos fotográficos sincronizo mi mente y mi corazón y me dejo llevar por la intuición para encontrar esos lugares. La arquitectura, las topografías urbanas y el minimalismo son los ejes fundamentales en mi quehacer fotográfico y el urbanismo de nuestras ciudades me permite buscar esos espacios y reducirlos a lo esencial en un juego constante entre la realidad visible y mi visión de la realidad.
Armonía dentro del caos, belleza en lo trivial, elegancia en lo ordinario.
Porque, siempre, fotografiamos lo que somos.
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La fotografía de Miguel Ángel Blanco es una sucesión minimalista de detalles descontextualizados de las ciudades modernas.
Edificios, fachadas, puertas, muros y nubes rivalizan con luces y sombras para mostrarnos a todo color un retrato urbano con una mirada muy peculiar. Momentos no decisivos que su ojo detiene para la eternidad, buscando componer un instante de belleza en entornos donde no se percibe a primera vista.
Trampantojos, dibujos de luz, color y sombra. Bromas visuales del paso de la mano del hombre y del tiempo. Paisajes urbanos captados con el propósito de encontrar la emoción en las armonías compositivas y tonales. Que lleguen al corazón del espectador a través de líneas geométricas y colores. Buscando la simplicidad hecha imagen. Una sencillez que se nutre de curiosidad, experiencia vital y observación de la realidad.
Los espacios urbanos y la arquitectura como sitios de recreo; el minimalismo, la forma de trasladarlos a la pantalla; el paseo con cámara como ritual de aprendizaje y diversión.
Vagar por ciudades conocidas sin otra expectativa más que encontrar una composición que haga disfrutar el momento de la toma. Perderse por lugares inhóspitos y recordarlos con emoción durante la edición fotográfica. Escuchar lo que el espectador disfruta de las imágenes.
Esa es la propuesta de Miguel Ángel Blanco: hacer de la fotografía un bálsamo terapéutico para el alma.
































































































