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Francisco Uceda

FRANCISCO UCEDA

“Soy un hombre invisible. No, no soy uno de aquellos trasgos que atormentaban a Edgar Alan Poe, ni tampoco uno de esos ectoplasmas de las películas de Hollywood. Soy un hombre real, de carne y hueso, con músculos y humores, e incluso cabe afirmar que poseo una mente. Sabed que si soy invisible ello se debe, tan sólo, a que la gente se niega a verme. Soy como las cabezas separadas del tronco que a veces veis en las barracas de feria, soy como un reflejo de crueles espejos con duros cristales deformantes. Cuantos se acercan a mí únicamente ven lo que me rodea, o inventos de su imaginación. Lo ven todo, cualquier cosa, menos mi persona.”

 

La reflexión del hombre invisible de Ralph Ellison, tan de ficción y tan real, alude al sentimiento de invisibilidad y alienación, pero también de búsqueda de identidad y aceptación del extenso elenco de coloridos personajes, tan ficticios y tan reales, que pueblan la narrativa coral que Uceda nos presenta en Invisibles.

 

Los Invisibles de Uceda son personajes del circo del mundo, seres que habitan en los márgenes de la normalidad, ya sea porque no se ajustan a los patrones predominantes o porque la sociedad los excluye, los infravalora, los invalida o los califica como grotescos, deformes o débiles. Inspirado en la rica trama cultural y artística en este tema, Uceda se sirve del circo como escenario evocador y simbólico, que permite que estos artistas circenses con sus habilidades se conviertan en arquetipos sociales, condenados a encarnar y sobrevivir a distintas formas de invisibilidad social. Como funámbulos sociales, los invisibles de Uceda tratan de mantener el equilibrio mientras caminan sobre un delgada y frágil cuerda. Así, las habilidades de cada artista, --el acróbata con sus saltos y piruetas, el mago con sus actos de magia, e ilusionismo o el contorsionista que dobla y tuerce su cuerpo de forma extraordinarias—les sirven para sobrevivir y navegar entre los prejuicios y expectativas sociales que a menudo los hacen invisibles.

 

Antes que narrativa visual, Invisibles debe ser entendida como un alegato para visibilizar la invisibilidad. La serie nos invita a ver, reconocer y considerar la dignidad y el valor de todas las personas, independientemente de su posición social, económica o cultural.

https://franciscouceda.com/

Francisco Uceda en el programa de RTVE La Aventura del Saber. Mayo de 2024.

A todo lo que pase



¿Puede un solo verso generar toda una obra gráfica? ¿Puede un verso ser la clave de entrada a toda una obra literaria?. Quizás sea éste el planteamiento que nos hace Francisco Uceda, presentado a modo panegírico visual a su tía, la poeta Julia Uceda, fallecida recientemente.

 

Uceda combina sus imágenes con fragmentos de distintos poemas de Julia Uceda, como forma de procesar su duelo particular por la pérdida de su tía, pero también como elogio a la actitud vital de Julia, y para mostrar su complicidad con el pensamiento de su tía Julia.

 

En un solo verso, A todo lo que pase y se pierda y se borre, rescatado del poema "La Trampa", transitan muchos de los temas de su poesía, como la fugacidad de la vida, y la necesidad de vivir cada momento, la memoria y el olvido. Dice Francisco Uceda, que para tía Julia, la memoria se distanciaba del simple recuerdo, ya que, según ella, este último se centraba en fotogramas acumulados a lo largo de la vida, mientras que la memoria abarcaba también lo que no había sido experimentado, pero que existe o ha existido en algún momento. Uceda con sus imágenes acompaña los versos de Julia Uceda, mientras nos invita a adentrarnos en un territorio lleno de misterio, fotogramas con sus nieblas y tinieblas que quizás vayan más allá del simple recuerdo individual y nos lleven a la construcción de una memoria colectiva y universal.

EL REGRESO

A Manuel Mantero


 

¿Verdad que yo debiera morir

ahora que el tiempo es como un ascua pura,

ahora que el cielo

es un gesto total de bienvenida?

Sin embargo, yo pienso en la noche,

en los vagos caminos de la noche

por los que iré perdiéndome, borrándome.

Y quedará a mi espalda...nada.

Un silencio. Un vacío. Un mundo no creado.

 

¿O no? ¿Podré tal vez un día

correr, como una niebla silenciosa,

desde el mar a la tierra,

abrazando los altos pinos

que hoy no me ven

ni me conocen?

 

Secretamente, creo que volveré.

Con mis cabellos duros

jugarán las estrellas y las fuentes

y yo seré un misterio más en los misterios,

hoja en hoja, sonido en aire, tierra…

 

Y tal vez dentro de un hogar,

el hombre joven diga a la mujer:

Cierra ya la ventana. Esta es noche

de nieblas y de brujas. Ven.

Y ámame.

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