Dolores Sampol
La obra de Dolores Sampol (Mallorca, 1954), tiene dos rasgos esenciales y singulares que forman el hilo conductor de esta: su libertad absoluta en la investigación pictórica y una gran capacidad de arriesgarse para hallar la emergencia de los objetos, de las situaciones y de los múltiples significados.
Todo se manifiesta en el cuidadoso trabajo, casi de miniaturista a la búsqueda de los detalles al vuelo, a la par de una poética íntima, honda, de un flujo sensorial que no olvida la denuncia más clara y el más afilado grito. La lentitud como ejercicio, la liviandad como meta y el camino cotidiano, esforzado y paciente, como forma de obrar estas invenciones de belleza.
En la serie "Abís aeri", la paradoja se vuelve tan excesiva que se convierte en oxímoron, esa contradictio in terminis que armoniza dos conceptos opuestos en una sola expresión y que engendra un nuevo concepto. Nuevo concepto en el que perdura la sabiduría del pasado con toda la carga cultural en la que se cimienta y la promesa de futuro de una abertura hacia territorios ignotos que las imágenes desencadenan.
Me impresiona en sus cuadros, especialmente en "La carícia", "¿Bailas?" o "Dessús la mar, davall el cel" esa ascética generosa del color de la pincelada finísima de una mujer que conoce a fondo su mester hasta el virtuosismo, con unos temas (el cuerpo de una nadadora, un zapato de tacón, unas pinzas, unos peces, unos insectos, una mano y unos pies, etc.) impregnados de esa energía de la necesidad que siente la artista de manifestarlos en su radicalidad poética. La mano, el cuerpo, desnudan los sentidos de la función de máscara que tan a menudo ejerce la epidermis. En otras obras como "Teixint, homenatge a Emily Dickinson", "Bosc de pinzells, homenatge a Joan Miró" la pintora condensa más su mensaje con los elementos pictóricos más sencillos y objetivos (una nube y números, unos pinceles y una mano, otra mano) en los que la mirada activa sedimenta unas coexistencias de sentidos y sentimientos de cada día que son un canto noble a los nombres y las cosas.
Admiro ese naturalismo de ilustración científica puesto al servicio de una construcción visual tan original y sincrónica con los efectos que despierta, esa alta calidad de magia de una audacia atrevida y una invención de controlada exuberancia. Las obras que muestran uniformes de presos de "Guantánamo" nos enseñan que el arte y la denuncia pueden ir de la mano sin caer en demagogia, y que denunciar la opresión y hacerse eco del grito de socorro encajan perfectamente en el dibujo y nos transmiten simultáneamente el sufrimiento, la tortura y la injusticia.
Hay que saborear lentamente estos cuadros para sacarles todo lo interminable que les ha inyectado, para que penetren en las entretelas del espíritu y nos transmitan toda la lucidez, el amor y la fragilidad que los sostiene.
Biel Mesquida
Dolores Sampol en el programa de RTVE La Aventura del Saber. Febrero 2020.