Ariadna Silva

La fotografía me permite reflexionar y posicionarme a través de una sensibilidad estética y emocional. Trato temas de interés social que me preocupan, especialmente los que afectan a mi entorno más cercano. Creo en la poética de la imagen: construyo una mirada íntima, lírica y fragmentada que oscila entre lo particular y lo colectivo. Esta mirada es un reflejo de mi carácter introspectivo. Me detengo, observo, encuadro. Fotografío.
A lo largo de estos años he desarrollado una representación del paisaje con una perspectiva crítica. En “Cartografía do esquecemento” (Cartografía del olvido) me enfoco en el territorio para ser testigo de su transformación progresiva, silente, agresiva, casi implacable. En este proyecto señalo la industria del eucalipto y los incendios como dos de los principales agentes destructores del medio natural gallego.
He situado el dolor, la pérdida y la culpa desde un plano personal y poético. Inicio el recorrido simbolizando el bosque autóctono como eje de resistencia. El eucalipto aparece, en cambio, como un elemento intruso y asfixiante. La explotación forestal de esta especie, originaria de Australia, comenzó a desarrollarse durante el franquismo gracias a su rápido crecimiento y rentabilidad económica. Hoy es una práctica común en Galicia, favorecida, entre otras razones, por el abandono de lo rural. El eucalipto emprende el proceso del olvido; el fuego lo intensifica. La creación de un mapa del olvido, por medio de la fotografía, me permite preservar la memoria de aquello que está en proceso de desaparición.
En “Friccións” (Fricciones) exploro un paisaje, un acontecimiento y un vacío en la memoria. A través de una serie de acciones propongo mi punto de vista alrededor del desastre del Prestige, un tema que sirve como pretexto para ahondar, desde los límites, en esa subjetividad. El Prestige se hundió cuándo yo tenía seis años; tengo la sensación de haberlo vivido de manera muy ausente. Veinte años después acudí con mi cámara a varios lugares de la costa afectada. Seguí un rastro mediante una observación casi clínica: encontré alguna huella, manchas que algunas rocas conservan sobre la superficie. En otros casos, reuní pequeñas piedras que fotografié posteriormente en estudio. Entre la observación y la reconstrucción, he materializado una memoria no vivida con estética atemporal y una distancia emocional que refleja la falta de un recuerdo nítido.
En el plano simbólico, el horizonte representa las tensiones entre el presente y el pasado, entre la memoria y la desmemoria, entre lo natural y lo artificial. La cámara y la mirada están situadas, por tanto, en el espacio de “fricción”.
La fotografía siempre me ha ayudado a tener los pies en la tierra. Lo que me resulta más honesto es explorar los paisajes que son parte de mí. Quizás por eso mis fotos son tan orgánicas, táctiles, llenas de detalle y de profundidad. Una profundidad que se extiende al plano emocional y conceptual. Sin duda, quiero seguir recorriendo la senda de la mirada consciente.
Las fotografías de Ariadna en el programa de RTVE La Aventura del Saber. Octubre, 2025.









































