Alfredo Oliva
A veces los viajes comienzan con un sueño que despierta un anhelo de aventura. Un sueño que invita a desempolvar las maletas, vaciarlas de recuerdos y llenarlas de nuevas ilusiones. Pronto emprende la travesía el viajero, que deja atrás la rutina en busca de una historia aún por contar. Cada puerto es una promesa oculta tras el horizonte. Cada tren un pasaporte al asombro y al conocimiento. Y cada carretera un pasaje que conduce a inciertos encuentros azarosos.
Al viajero le impulsan el deseo de experiencia y la curiosidad infantil de mirar el mundo como la vez primera. Sin las restricciones que imponen la familiaridad de lo cotidiano. Ante él se extienden paisajes naturales y remotas ciudades, con sus laberintos de callejuelas en las que late el trasiego de la vida y donde luces y sombras juegan una eterna partida de ajedrez.
Pero, además del ajetreo del viaje, que deja poco reposo a la mirada, también se intercalan momentos de calma que le predisponen a una actitud relajada e íntima que hace posible una visión más atenta y contemplativa. Las habitaciones de hotel ofrecen esos instantes de serenidad y pausa que el peregrino cansado necesita. Son recintos íntimos en los que el tiempo transcurre despacio y en los que se incuban ideas, se entretejen visiones y se estrechan afectos. Estancias que revelan al espectador atento toda la belleza que esconden los rincones más banales, y en los que la memoria revive el carrusel de imágenes vividas durante el día.
Después del descanso la odisea continúa. A las calles retorna la vida y se abren nuevos escenarios en los que habitan personajes que sorprenden y acompañan al viajero. Se hacen dueños de la ciudad luces, sombras y colores que quedarán prendidos para siempre en su retina. El día seguirá caminando por las calles hasta que la noche lo empuje hasta el horizonte. Y con la luz del día también comienza a desvanecerse el bullicio de la ciudad que se opaca bajo una niebla fría. La ciudad se prepara para dormir, y el viajero, ya cansado retorna a su habitación donde ya comienza a soñar con el regreso.
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Las fotografías de Alfredo Oliva en el programa de RTVE La Aventura del Saber. Octubre, 2025.
