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Juan Vidaurre

"... los chamarileros se agachan, se fijan, dilatan sus ojos como grandes lupas, dan vuelta a las cosas, las enganchan, las manosean, las buscan el resquicio misterioso, el fondo secreto, el alma..."

 

Cuando me encontré con este maravilloso párrafo en el delicioso libro "El Rastro"  del  maestro Ramón Gómez de la Serna, comprendí que yo también tengo algo de chamarilero, que por otro lado, no es del todo incompatible con una de mis dedicaciones diarias, el diseño gráfico-editorial y la ilustración. Para mí el Rastro, no es solo un lugar donde encontrar los objetos buscados, sino, un lugar de asociación de ideas. Un terreno donde las analogías flotan en el aire y el murmullo de los objetos hacen de ti, sin que tu lo quieras, un cazador expectante. Determinados objetos, algunos con clara intención, tienen una predisposición inconsciente para transmitirnos ideas. Me he llevado muchos pequeños objetos a casa que no me aportaban ninguna idea clara, pero que de alguna manera, me susurraban ese algo misterioso. Una vez en casa y con el paso de los días, semanas tal vez, me transmitieron eso que no se atrevieron a decirme en el Rastro. Las ideas son como los tesoros, cuanto más has buscado, mayor es el placer del hallazgo. Palabras, palabras y más palabras, que como decía Ramón Gómez de la Serna, son el esqueleto de las cosas.

 

Juan Vidaurre

 

 

Mirador

Dice Juan que todos los objetos tienen un alma. Y me acuerdo de Tito Muñoz, el poeta, que dice que él tiene un alma... ¡y está cargada!. Las almas las carga el diablo. Las de los objetos, ese diablillo que es Juan Vidaurre, que descubre en ellos lo que no se ve, que está ahí, pero que alguien tiene que señalarlo.

Juan juega con los objetos como si fueran palabras. Hace pareados de rima asonante y atronante, paseando por los recursos retóricos como lo hacen los poetas: propone metáforas, como cuando convierte un muelle en el humo de una pipa; dibuja aliteraciones con fichas de dominó; susurra alegorías cuando troca en notas musicales las bridas del electricista, o con los fósforos que son el respaldo de una silla o las patillas de un enchufe.

De estos epigramas objetuales lo que de verdad me atrapa es que no hay concesión a la pomposidad y se mide bien para ser comedido en lo trascendente, no hay recreación innecesaria en la belleza formal que alcanza, sí, pero por la sencillez.

En las piezas de Juan hay mucho de juego, en el sentido de lo inteligente pero también en el de la travesura. Ese cuerpo de mujer con los ojos que acaban siendo los senos, la pareidolia en la etiqueta que es el rostro de un hombre... todo son travesuras. En las que muchas veces una pequeña obsesión por el azar –los naipes que son pájaros, los dados...– se deja entrever, porque también el azar es juego.

Pero no hagan mucho caso de todo esto. A estas piezas hay que acercarse con la curiosidad de un niño, para descubrir las chanzas que esconden y el espíritu un poco burlón que proponen. Y así es como más se disfrutan.

Álvaro Sobrino

Desde 1997 viene desarrollando proyectos de diseño editorial, identidad corporativa, ilustración y comunicación, tanto para empresas privadas como para instituciones públicas.En 2008 su trabajo representó a España en la I Bienal Iberoamericana del Diseño. Ha impartido clases de identidad corporativa y realizado talleres de ilustración objetual para niños. Ha sido invitado a exponer su trabajo en la 13ª y en la 17ª edición de los Chill Laus de Madrid y ha formado parte, como jurado, en diferentes concursos sobre diseño editorial. En 2011 formó parte de los ilustradores del III Salón del Álbum Infantil Ilustrado Ciudad de Alicante.  Sus trabajos han sido publicados en revistas como: Trama&Textutas, ARJ (Visual), Bloc... Algunos de sus carteles han sido reconocidos con diferentes premios.Tiene diez libros publicados en editoriales como Blur ediciones, Kalandraka, Ediciones sins entido, El Jinete Azul, Oxford University Press y Anaya. Desde 2001 realiza y participa en diferentes exposiciones individuales y colectivas. Su trabajo como artista plástico e ilustrador transcurre entre las metáforas visuales, la descontextualización y el trabajo conceptual.

 

http://www.juanvidaurre.es/

Las obras de Juan Vidaurre en el programa de RTVE La Aventura del Saber, Mayo 2014.

Las obras de Juan Vidaurre en el programa de RTVE La Aventura del Saber, Junio 2016.

Las obras de Juan Vidaurre en el programa de RTVE La aventura del Saber, Febrero 2019.

Nuevas obras de Juan Vidaurre en la web de RTVE, La Aventura del Saber. Noviembre de 2021.

OBJETOS EN LIBERTAD

Para el pintor y poeta Henri Michaux, cualquier proceso de creación de una obra de arte es un "trayecto", un espacio que se recorre de un punto a otro. En su transcurso lleva implícito el tiempo pero considero muy sugestivo el vínculo que el vocablo trayecto establece con itinerario, con el concepto viaje. A esta "travesía creadora" en poesía visual no me la imagino, por su subjetividad, con una línea de un punto A a uno B sino como una senda multidireccional en la que van confluyendo las ideas-germen del poeta con cada mirada cómplice de los espectadores. Como un peregrinaje al interior, se establece entre emisor y receptor caminos íntimos en ambos sentidos y a la vez, los hace verdaderos coautores de cada trabajo.

Bajo este enfoque, Juan Vidaurre es un cartógrafo excepcional. Su vasto mapa artístico está ya repleto de multitud de sendas, de bellos horizontes revelados y por desvelar. Cada una de sus series, cada una de sus obras, son pequeñas Ítacas en las que el autor, al investigar las posibilidades combinatorias -muchas veces inverosímiles- de humildes objetos o sencillos collages, plantea sorpresivos conceptos a través del artificio. Contraposiciones, confluencias, pareidolias y mutaciones  que impregnadas de su imaginación suscitan a nuestra mirada dormida una inadvertida significación de lo existente. Bienvenidos al laboratorio artesano de Juan, a su mundo de delicada fantasía, a su decir desde lo mínimo, a su Rastro de naufragios y fragilidades.

Perdonen si no les hablo en concreto de las obras que ahora están viendo. Se podría escribir mucho sobre ellas por su riqueza en matices, por su abanico de significados, por la cantidad de figuras retóricas literarias que contienen. Prefiero que las observen sin demasiados condicionantes porque estas esculturas mínimas son poesía para sus ojos. Y felicidades si se sienten copartícipes de las piezas, porque estoy seguro que a Juan Vidaurre le va a encantar compartir la autoría y complicidad de sus OBJETOS EN LIBERTAD con ustedes.

edu barbero

La ilusión es uno de los componentes básicos de la poesía visual. El artista ofrece una interpretación, una representación, pero también una reproducción del mundo. Su trabajo consiste en cuestionar la realidad, ya sea estética, política o social, y para eso, el poeta visual necesita del artificio como técnica o como fin para exponer su idea. En esta serie de Juan Vidaurre es la silueta, la sombra.

 

Los principios de “re-presentaciones” que utiliza Juan a través de sus sobrias siluetas negras reconstruyen una determinada realidad que tiende a imitar, trasponer o transformar, dando a la obra un sentimiento estético de “verdad desnuda” que despierta la adhesión del espectador. En contraposición a la sencillez formal de sus trabajos, le garantiza una experiencia provocativa en su relación con el complejo presente. “Todo lo que engaña hechiza” dijo Platón. Y es aquí donde se establece un parentesco evidente entre el ilusionista y el artista visual, ambos artesanos de la construcción de la percepción. Como bien dice Paul Virilio: “El mundo de la magia es una ilusión y el arte es representar el carácter ilusorio del mundo”.

Desde Platón, la sombra se considera ante todo un simulacro, algo opaco, indigno de confianza y alejado de la verdad. Sin embargo la sombra es un precioso instrumento de conocimiento que se encuentra en la famosa “alegoría de la cueva”, que marcará toda la historia de la filosofía occidental y curiosamente será una fantástica herramienta para los artistas visuales. Entonces, ¿cuál es el grado de verdad en las sombras?

Gelman escribió que “la poesía es un árbol sin hojas que da sombra”.

Tazinaki apuntó que “lo bello no es una sustancia en si sino tan solo un dibujo de som-bras, un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de diferentes sustancias”.

 

Juan Vidaurre prefiere calificar poéticamente a sus sombras como almas, esencias, brumas… Están todas recogidas en dos de sus últimos libros: “Más atención a los niños necesitados” y “La estación del recuerdo”.

edu barbero

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