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Ernesto Arroyo

No tengo una idea muy clara de donde se ubican las cosas que yo hago. Técnicamente trabajo con los mis­mos materiales y los elementos que usa normalmente un fotógrafo digital y de alguna manera siempre he estado relacionado con la fotografía, eso sí, desde el punto de vista de una utilización técnica. Para realizar grabados, serigrafías o por puro capricho. Ha sido últimamente, a partir de una serie de procesos digitales: ordenadores, escáneres e impresoras inkjet, lo que me ha permitido hacer lo que hago.

 

Lo que me diferencia del común de los fotógrafos es el “momento fotográfico”. Normalmente la gente coge la cámara y se va a hacer fotos. Otros no lo hacen así: trasladan el objeto a su estudio y lo fotografían. En mi caso, fotografío cosas (con la cámara y el escáner) y las compongo en el ordenador. Lo que quiero decir es que el momento fotográfico en mi caso es posterior a las tomas, es una composición.

 

Básicamente, primero escaneo los objetos en plano y luego el trabajo más arduo consiste en mezclar, en buscarle un ambiente más o menos verosímil al objeto, que para mí es lo más importante. En rigor, las imágenes tienen hasta fallos de perspectiva, que los veo, cortes extraños, durezas, repeticiones… pero eso me gusta, les da un aire propio y rompe con el más puro realismo fotográfico. Todo lo que pueda parecer pintura es sólo fotografía, algo que está ahí, nunca he dibujado o pintado nada y esto es casi una premisa: no reconocer mi mano, me parece inconsistente, así que prefiero encontrar en las cosas esas preciadas ma­terias y fotografiarlas, echar mano de lo real.

 

Fotografío todo lo que me llama la atención y escaneo los objetos que encuentro y que por alguna razón me parecen interesantes. Con estos elementos compongo los fotomontajes, procurando dar un ambiente a los objetos que altera su función habitual, haciendo otra lectura de su utilidad y del hábitat que de ordina­rio les corresponde.

 

Busco en mis imágenes falsas perspectivas, crear cortes extraños, durezas, repeticiones, o texturas trasplantadas, incluso luces contradictorias o escalas alteradas para romper con el realismo fotográfico. Todo lo que pueda parecer materia pictórica es solo fotografía, algo que está previamente en los objetos capturados.

 

El punto de contacto entre el ordenador y la busca y captura de objetos vino por un trabajo de diseño gráfi­co. Recolecté una especie de herbario, que una vez escaneado, sirvió para ilustrar un calendario.

 

Me gusta mucho coger la cámara, salir por ahí y hacer fotos sin saber para qué van a servir. Tengo ciertas preferencias por ciertas texturas, por ciertas luces, por sombras encima de texturas, por ciertos objetos: las farolas, las alcantarillas, suelos, esquinas, puertas…tengo ya un gran archivo de manías. Muchas veces han salido cosas de ese archivo que he ido creando, por eso intento dedicarle todo el tiempo que puedo a mirar­las, de ahí surgen también cosas.

 

La composición y el ambiente lo son todo. Puedo asimilar cosas “defectuosas” formalmente, eso no me es­torba. Lo importante es definir donde están físicamente los objetos, su ubicación es lo que les da esa nueva función, dar cierta verosimilitud, evitar la incoherencia que supone la mera relación de los objetos que componen cada foto.

La obra de Ernesto Arroyo en el programa de RTVE La Aventura del Saber, Enero 2016.

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