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Carlos Infante Muñoz de Luna

Carlos Infante, boek visual, cuba,

¿Qué puedo decir yo? Mi Cuba bonita. Estoy tan enamorado de ti que a dónde quiera que vaya siempre te llevo conmigo. Un día me tuve que marchar pero nunca me fui del todo, ya tú sabes.... Mi cámara, mis ojos, ya no miran igual, ahora lo observan todo de modo distinto.

Llueve en las calles de San José de las Lajas, el huracán Irma sigue dando coletazos. En los charcos se refleja el cuerpo de una mujer muy linda que aparca su bicicleta; dos ruedas, una cadena y poco más…, por la ventana entreabierta de una vivienda desgastada vocea un nombre; su guajiro, en camiseta de tirantes, contesta: ya voy mi negra. Apoyada en el quicio de la puerta, con gracia, coloca una de sus manos en las caderas. Me vuelve loco su manera de moverse, la sensualidad de la escena.

El son cubano ameniza cada rincón de La Habana vieja; caminar bajo la lluvia ya no me importa, he aprendido a mojarme. La música, la gente guapa, el vaivén de los almendrones, los mil colores de las fachadas, todo, absolutamente todo, me atrapa. El fuerte olor a sal marina que impregna todos y cada uno de los edificios en ruinas juega con mis sentidos, me fascina, quedo rendido ante su caótica belleza. Me dejo llevar con cada fotografía. Empapado comienzo a bailar bajo la lluvia, el agua es un magnífico regalo que me alivia del calor y que, cuando menos me lo espero, me da la vida.

Los chavales del barrio, mis vecinos, mis amigos, ahora todos son mis hermanos ¡que buena gente! De vez en cuando me piden, con insistencia y educación, que les cuente lo que pasa en mi mundo. Yo lo hago, les hago caso, les cuento, me cuentan, hablamos. Luego fotografiamos la vida y dibujo la luz de sus miradas, de sus rostros.

Juego al fútbol con los chicos; me descalzo como hacen ellos, sin prejuicios, sin pensarlo; bajo mis pies siento el asfalto suave y cálido; jugar así es como hacerlo en el mejor césped del mejor estadio; el agua de los charcos empapa una pelota hecha a mano con plástico reciclado; minuto a minuto pierde la redondez y hace más divertida la pachanga, el espectáculo.

En una acera desgastada por la vida me siento con mis niños; hablamos de la escuela, comentamos las jugadas del partido, nuestra manera de pasar el plástico y la forma que tienen de jugar los grandes astros que habitan al otro lado del charco, Leonel Messi, Cristiano Ronaldo,… Los papás y mamás, con suma discreción, se colocan a nuestras espaldas, disimulan pero escuchan atentos; al final no aguantan más y participan del coloquio; juntos reímos, soñamos.

Llego de noche a mi casa de la calle treinta y seis en San José de Las Lajas. Me ducho con una jarra y un cántaro de agua. Cuando salgo del aseo me encuentro a una vecina que me ha traído una cesta con galletas. Me emociona que me ofrezca algo así, en su casa andan muy escasos; solo sé que tienen mucho de nada y un corazón sin obstáculos.

Aquí soy feliz, he descubierto algo tan hermoso que aún no tengo palabras…

Ya tú sabes…

Carlos Infante en el programa de RTVE La Aventura del Saber, Noviembre de 2020.


 

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